Os dejo mi artículo de esta semana sobre la actuación de España en el pasado Mundial de Pekín
Expiación
A 25 segundos se quedó la gallega Alessandra Aguilar del tiempo que le habría abierto las puertas de Río 2016. La maratoniana gallega, bien colocada en el grupo perseguidor, se topó con el tan temido muro en los últimos siete kilómetros y llegó con las fuerzas justas a cruzar la meta del estadio nacional de Pekín, también conocido como Nido.
La atleta lucense no pudo emular a Javi Guerra, que con su decimotercer puesto sí estará en los Juegos del próximo verano, ni mejorar su última participación en el Mundial de Moscú, en el que fue quinta. Pese al varapalo, la maratoniana gallega no se rinde y dejó un aviso a navegantes: “Ahora a descansar y a batallar, porque tengo que estar en Río”.
Finaliza así la participación de España en el Mundial de Pekín con el bagaje de una única medalla, aunque valga su peso en oro, en 20 kilómetros marcha, del joven atleta Miguel Ángel López. Valores seguros, como Ruth Beitia o Garcia Bragado, no pudieron brillar tanto como en otras ocasiones. La saltadora finalizó quinta, con su segunda mejor marca del año (1.99), pero errando en tres intentos el listón de 2.01. Tampoco pudo subirse al cajón del podio Chuso, que fue noveno en marcha, mientras que María José Poves fue décima en la misma disciplina.
Una valoración de la expedición española “muy floja” en palabras del director técnico de la Federación, Ramón Cid, que considera que el resultado dista mucho del nivel del atletismo nacional. No obstante, avisa de que la precariedad está ahí y de que “el tsunami económico, salvo al fútbol, ha afectado a todos los deportes”. Y el atletismo no ha sido una excepción.
Al margen de que haya habido deportistas que hayan estado por debajo del nivel esperado, Cid habla de “mucha clase media y poca aristocracia” en el atletismo español. Difícil ser noble cuando la precariedad afecta a medios, dotación, recursos e infraestructuras. Con escasez de patrocinios, de ayudas y de becas, muchos atletas se ven obligados a compaginar su trabajo con los entrenamientos, ecuación complicada.
La participación en este Mundial y el botín que se trae España de vuelta es un toque de atención de lo que puede pasar en Río si la Federación no toma nota. Las ilusiones de muchos deportistas pasan, no sólo por su trabajo y esfuerzo en cada uno de sus entrenamientos, sino también en el apoyo logístico, humano y técnico que las Federaciones deberían de brindar siempre.
Para que después no lleguen las decepciones, y con poco menos de un año para los Juegos Olímpicos, es momento de reflexionar sobre si es éste el mejor camino o si hay que dar una vuelta de tuerca para revertir una situación. Cid alega que, aunque cada atleta es un mundo, no hay motivos para que tantos no lo hayan hecho bien. Quizá las razones las tenga que buscar él y sus compañeros federativos mirándose el ombligo, más allá de culpabilizar únicamente al deportista.
Feliz lunes!