Os dejo mi artículo homenaje a los entrenadores, al gen que parecen tener y a José Luis Abós. Espero que os guste.
Gen entrenador
No hay mejor definición para simplificar lo que es un entrenador, uno que se precie. Lo acuña JaviroDespi en Planeta ACB esta semana para referirse a esa “partícula” la llama él que todos los técnicos comparten. Resume que cuando un entrenador está inmerso en su proyecto deportivo, es decir su equipo, el resto se vuelve secundario. Todo gira en torno a ese grupo de jugadores y el preparador invierte horas en preparar sesiones, ver vídeos de rivales, realizar scouting, planificación…El trabajo de cancha supone el 1%, uno no deja de ser técnico cuando abandona la pista.
Celosos de no desestabilizar a su equipo postergan sus problemas por el bien común. Planifican su vida y ocio buscando crear el menor perjuicio para el conjunto, aplazan viajes y planes por no perder entrenamientos, le roban horas al sueño mientras se las suman al trabajo. Cargan su mochila de anhelos y sueños al empezar cada temporada. La llenan una y otra vez con cada partido, con cada entrenamiento. Cada derrota, cada victoria, puede ser una losa o convertirse en un impulso para continuar.
Y mientras nosotros nos empeñamos en postergar momentos llega la vida para avisarnos de que esto es finito. José Luis Abós volvió a recordarnos lo voluble de nuestra existencia, lo fácil que es que todo cambie en un instante y la importancia de atesorar cada momento. Él, como todos los técnicos, tenía ese gen. Por eso hasta el final estuvo en el CAI, hasta que las fuerzas no le permitieron seguir, hasta que el halo de vida que aún peleaba en su interior se le escapó entre los dedos. Su conmovedora misiva, sabedor de que se despedía antes de tiempo, nos deja, en mi opinión, una frase para la esperanza y la reflexión. “Gracias a la vida porque lo he tenido todo”. ¿Podremos afirmar todos eso cuando ya no estemos?
Abós, portador de esa partícula de técnico, no se olvida de su pasión al despedirse, de lo que le ha costado lograr su sueño y de lo que lo ha disfrutado por el camino. Él lo sabía, la felicidad empieza y se disfruta en el trayecto mucho más que en la meta. Y el haber podido dedicarse a lo que les gusta, poner su alma, su cuerpo y su corazón en aquello que les llena y colma es algo de lo que los entrenadores pueden presumir orgullosos. No todos pueden decir lo mismo. ¿Será cosa de ese gen? Sólo ellos saben la respuesta.
Feliz lunes!