martes, 30 de diciembre de 2014

Últimos artículos de 2014

Hola a todos!

Os dejo mis últimos artículos de 2014, el primero sobre el Deportivo y el segundo sobre los propósitos de año nuevo. Yo no me hago, pero pido para mi profesión de periodista que deje de estar gobernado por personas ajenas a los medios a los que sólo les interesan los balances de resultados.

Tiempo de reflexión

Llega la Navidad y con ella el parón de las competiciones deportivas, tanto profesionales como amateur. Tiempo de reflexión, momento para que los equipos analicen su actuación hasta ese momento en el campeonato, los puntos fuertes, los débiles, las victorias que fortalecen, las derrotas que enseñan. Tiempo para tomar distancia y ver en perspectiva en qué se está fallando para revertir la situación para aquellos conjuntos que distan mucho de dar su mejor nivel y versión, momento para las escuadras que han encadenado buenas dinámicas carguen las pilas de cara al resto de sus respectivas ligas.

Época de reencuentros y buenos deseos, marketing o realidad, lo que está claro es que hay equipos a los que el parón navideño les llega en su mejor momento y puede que les lastre y a otros, como en el caso del Deportivo, les hace falta como el comer. Momento de introspección el que necesita el conjunto blanquiazul, de autocrítica y de cambio. Cambios que tienen que llegar con el nuevo año y que no implican necesariamente un baile de nuevas caras y rápidas despedidas. Modificaciones que afectan a la actitud ante los choques, a un mayor compromiso y sobre todo, a mudar una imagen global de conjunto que prosigue buscando su identidad y su definición.

¿Ofensivo? A ratos, cuando el balón pasa de mediocampo al Deportivo parece que se le enciende la luz. ¿Defensivo? No por echarse atrás el equipo lo es, el repliegue a la vista de los últimos acontecimientos a veces parece más temerario que la presión y Sidnei por ahora no tiene el don de la ubicuidad. ¿Defensa de cinco, de cuatro? ¿Un delantero, dos? ¿Medunjanin en el mediocampo o al banquillo? Demasiados interrogantes para un equipo que tiene claro que su objetivo pasa por la permanencia pero cuyo director de orquesta no acaba de dar con la  siempre mentada “tecla”.

Después de un ascenso merecido, un inicio de Liga convulso desde el punto de vista extradeportivo y un período marcado por temas muy lejos del verde, donde también hay tela que cortar, el Dépor afronta el 2015 lleno de preguntas sin respuesta a las que tiene que dar réplica si quiere empezar a transitar de forma continuada por una competición en la que, de momento, ha demostrado que le queda bastante grande. No es un problema de jugadores, quitando los tres grandes y algunos invitados que intentan asomar la cabeza como el Valencia, la mayoría de equipos están a la par de figuras con el Deportivo.

El germen parece estar en la falta de espíritu e indolencia que sufre el conjunto blanquiazul en algunos partidos y que hace que los aficionados nos preguntemos en cada duelo cuál será el Deportivo que nos vamos a encontrar. ¿El que nos maravilló en aquella ya tan lejana noche ante el Valencia, el que asedia al Málaga en un partido que debió de ganar por goleada o el que se pasea sin ansia como ayer ante el Villareal? Tiempo de reflexión el que se abre ahora para que el Deportivo se autoevalúe, y afronte el segundo trimestre tratando de aprobar las asignaturas suspensas sabiendo que ya arrastra una rémora importante de cara a lo que queda de Liga. 

Propósitos

Como cada año nuevo muchos nos marcamos una serie de objetivos en el calendario, como si la perspectiva de comenzar algo que todavía está impoluto nos empujase a ello, como el poder atrayente de una hoja en blanco esperando a ser escrita o un lienzo que hay que pintar. Cualquier día sería bueno para decidir pegar un golpe de timón, pero suele ser el 31 de diciembre cuando convenimos que es menester cambiar la hoja de ruta.

Todo es mejorable, en el deporte y en la vida. Centrándonos en lo primero es probable que los jugadores preferidos de tu equipo, independientemente de su disciplina, tengan preparados sus propósitos, sus deseos y anhelos para 2015. Yo desearía que otros también hiciesen sus deberes. Que los que mandan en esta profesión, y que por desgracia no son los directores de los periódicos, ni de las emisoras, ni de las televisiones, dejasen de maltratar a la ya de si maltrecha profesión de periodista deportivo.

Que su objetivo fuese restituir los ceros que quitaron en las nóminas, si es que directamente no terminaron con el salario, que pudiese existir la conciliación además del trabajo, que primasen los méritos por encima de la dedocracia y que el valor lo diesen las personas no las cuentas de resultados ni el balance anual. Que ser becario dejase de ser el parche para no contratar y que se apostase por la juventud, la buena, que la hay.

Que se priorizasen los temas de cercanía, los equipos de la ciudad, las historias sencillas y se huyese del copia y pega de los teletipos, fríos e iguales en todos los medios. Que los periodistas volviesen a ser juglares y contasen historias, que tuviesen el ánimo y el tiempo para ello y, lo más importante, que les dejasen hacerlo.  Seguramente estamos pidiendo quimeras.

La realidad es bien diferente, el periodismo deportivo, en horas bajas, gotea continuamente compañeros que engrosan las listas del paro. Mientras, otros bien apoltronados, que posiblemente jamás hayan pisado una redacción, y con un buen peso de años y indemnización en caso de despido, suspiran aliviados, sabedores de que, aún siendo mediocres, serán los últimos en abandonar el barco.  Ya sabéis el símil.

El periodismo que nos venden los mass media está cargado de histrionismo y gritos, de platós que parecen cortijos, de programas para la risa floja y el comentario de taberna, a mayor gloria de pedantes que parece que han inventado la rueda y que se jactan de su ignorancia. El tema de mujeres y periodismo deportivo merecería un texto aparte, reducidas la gran mayoría de ellas a florero, artículos decorativos empeñadas o curiosamente emparejadas con otros deportistas y que compatibilizan sus minutos entre periodismo, actos promociones, blogs, entrevistas y fotos en redes sociales con los churumbeles o el novio/marido en cuestión. Y nosotras ingenuas estudiando cuatro años…

Propósitos de cambio que nos hacemos, o no, cada vez que llega un 31 y la pregunta es ¿dentro de un año cuántos habremos cumplido? 

Feliz 2015!!!

lunes, 15 de diciembre de 2014

Sólo vale ganar, mi artículo en el @dxtcampeon

Hola a todos!

Os dejo mi artículo de esta semana en el Dxtcampeón, "Sólo vale ganar" sobre la importancia de enseñar en formación valores más allá del triunfo


Sólo vale ganar

Frase mil veces repetida cuando la victoria es capital, cuando el triunfo no es negociable. Dicha por entrenadores, técnicos, jugadores, padres, periodistas etc como un mantra infinito. Necesidad imperiosa para el Deportivo ante el Elche, para los equipos y deportistas profesionales, pero que sería bueno matizar cuando nos vamos al deporte aficionado.

Esta frase, empleada a veces de forma perniciosa, justifica que un equipo enfrentado a otro de nivel claramente inferior, presione y asfixie a su oponente para ganar por el máximo posible sean goles, canastas. No sólo hay que vencer, a ser posible el rival tiene que ser humillado. No entiendo cual es la enseñanza de pasar por encima de un conjunto que no genera oposición, no comprendo qué se saca en limpio ni tampoco los alaridos de algunos padres cuando sus pupilos consiguen una ventaja ya definitiva.

Ese mismo conjunto, que sin reparos y con todas las de la ley no escatima en pases imposibles y cabriolas para demostrar que es mejor. Entrenadores que justifican el método porque “es lo que les enseñamos” porque “queremos la máxima intensidad” porque “respetamos al rival y no bajamos la guardia”. Discurso que cambia totalmente cuando enfrente hay un grupo de nivel similar o incluso ligeramente superior. Ya no se presiona, ya no se arriesga, ya no hay arengas rabiosas de los tifossi en las gradas. Toca juntar líneas, esperar atrás y aguardar al fallo del contrario. Todo el descaro demostrado ante un equipo al que se le podía ganar sin despeinarse muta en una propuesta pobre, en la que se confía expectante en que el contrario se equivoque para aprovecharse del error.

Ya no se propone juego, ya no hay alegría en él. Cuando la sombra de la derrota asoma el “sólo vale ganar” se hace aún más presente y aquellos que no están acostumbrados a jugar de tú a tú saben que sólo la falta de acierto del rival les dará la victoria. Planteamiento mediocre pero válido y que te justifican tan fervientemente los técnicos como cuando presionan sin paliativos.

Veo a los jugadores del equipo que ha ganado sin contemplaciones irse, felicitados por sus progenitores, sacando fotos al marcador, celebrando el triunfo como si hubiesen ganado al primero, con ese aire de sentirse ligeramente superiores, es cierto lo son, pero que flaco favor hace al deporte. Hoy arriba, mañana abajo, y entonces recuerdo que es el mismo conjunto que hace un año se encerraba para no perder y enmarañaba un partido ante otro que respondía a sus estocadas con igual fuerza.

Una pena que la enseñanza que saquen de la “paliza” propinada ahora sea lo buenos que son y lo bien que juegan. Una lástima que eso sea lo único que vayan a sacar en limpio, mientras se frotan las manos pensando en su próxima víctima. Sólo queda el consuelo de que algún día tendrán enfrente a un rival que les hará sudar la gota  gorda, contra el que tendrán que apretar los dientes y ante el que hinquen la rodilla. Porque en formación, por fortuna, antes que ganar hay mucho más que vale, aunque por desgracia a ellos no se lo hayan inculcado.


Feliz lunes!

martes, 9 de diciembre de 2014

No se habla, mi artículo en Dxtcampeón

Hola a todos!

Os dejo mi artículo de esta semana en el Dxtcampeón, en el que se coló en la edición impresa un párrafo del que realicé la pasada semana :P. Aquí lo tenéis íntegro y sin párrafo oportunista y aprovecho para hablar sobre de lo poco que se habla últimamente de deporte.
Espero que os guste.

Feliz lunes!

No se habla…

Hay  un deporte del que en estos días, desgraciadamente, no se habla. Lejos de declaraciones de alto riesgo, de dimes y diretes, de desinformación, de interesada información, del “y tú más”, de comisiones antiviolencia. Ese que nace del trabajo y del sacrificio, ese con el que deberían ocupar su tiempo las secciones de deportes, ese que cuenta bajito sus alegrías, porque sabe que no puede ni debe tapar a otros más mediáticos y en estos días, tristemente, actuales por temas extradeportivos.

No se habla de los oros de Mireia Belmonte en Doha, por poner un ejemplo, más que casi de puntillas, como si se diesen por hecho, como si fuese sencillo. Ella repite una y otra vez el trabajo que les cuesta conseguirlos, las horas de entrenamiento condensadas en escasos minutos en una piscina. Sus éxitos son un eco casi imperceptible. Sí se habla, otra vez como cada año, del Balón de Oro, de candidatos, de conspiraciones, de favoritos, de Platini, de votaciones, de quinielas, de quimeras…Un estruendo que aún no ha hecho más que empezar y al que seguirá la correspondiente réplica tras la designación. Gane quien gane seguiremos con el circo.

No se habla de un mito como Fernando Martín, icono dentro y fuera de la cancha, recordado esta semana 25 años después de que se apagase su luz. Conquistador de la NBA, poseedor para siempre del 10 de la elástica del Madrid, contemporáneo de otros grandes como Epi, integrante de aquella selección que hizo soñar a mis padres en Los Angeles 84. Mucho vivido y mucho por vivir que se perdió aquel 3 de diciembre de 1989.

Se ha puesto el foco en aspectos que nada tienen que ver con el deporte, que no representan los valores del mismo y se ha elevado el tema a niveles que invitan a pensar que no estamos seguros en ningún campo ni en ninguna cancha. Ojalá que pronto podamos volver a hablar de lo que pasa sobre el césped, sobre la cancha, en la pistas, en las piscinas. Que hablemos de noticias que tengan que ver con el deporte en positivo, que los medios sean responsables de poner el énfasis en lo que tiene que ver con la competición y que no mercadeen con lo sórdido, con aquello que llena titulares pero vacío de sentido. Hablemos de deporte, del que apasiona, del que emociona, el que hace que amemos ir a las canchas, a los estadios a animar a nuestros equipos, a mostrarles nuestro aliento, a llevarlos en volandas en la victoria. Eso es deporte, el resto no tiene cabida. 

lunes, 1 de diciembre de 2014

Últimos artículos en el @dxtcampeon: Sin identidad y Canastas y Goles

Hola a todos!

Siento el retraso esta semana en las actualizaciones pero son semanas de bastante trabajo. Os dejo mis dos últimos artículos en el Dxtcampeón. El primero, "Sin identidad", sobre los problemas del Deportivo, que sigue sin encontrar su camino y el segundo comparando lo que significan y suponen en el deporte canastas y goles, pequeñas victorias y derrotas que sufren los jugadores.

Espero que os gusten. Feliz lunes!

Sin identidad

Lo peor que te puede pasar es no saber quien eres. Cuál es tu identidad, que es lo que te define. ¿Te representa tu ataque o tu defensa?  ¿Cuál es tu referente,  a qué jugador te encomiendas cuando parece que todo falla?

Es probable que en el caso del Deportivo ese hombre que está faltando tenga nombre y apellidos: Lucas Pérez. Fue él el que se echó el equipo a la espalda en aquel ya parece que lejano encuentro ante el Valencia. Sería una buena noticia que los problemas del Dépor dependiesen únicamente de un nombre, o no, pero da la impresión de que los males del Deportivo van más allá.

Ante la Real Sociedad habría que volver a obviar una primera parte de un conjunto falto de ideas, de espíritu y de alma. Demasiado estirado para que Postiga recibiese balones entre líneas, con un Juan Domínguez en tierra de nadie y Haris de líbero atado. Sin medular, sin dominio del centro del campo, el conjunto txuri urdin campó a sus anchas por el verde de Riazor y, por fortuna para los blanquiazules, se llegó al descanso con tablas en el marcador.

La irrupción de Wilk cambió la cara de los deportivistas, el esférico rodaba con más criterio sobre el césped y el polaco se afanaba en recuperar balones, ayudaba en tareas defensivas y liberaba a Haris, que se unía más a la ayuda en ataque. Con los dos equipos justos de gasolina, fueron los locales los que parecían llegar con más combustible a los minutos finales, pero la mala puntería, la falta de convicción o, también por qué no, la mala suerte propiciarían que el marcador ya no se moviese.

Reparto de puntos, nueva jornada sin encajar, pero también sin poder ver puerta. Lecturas positivas y negativas que se entremezclan. Dar o no el punto por bueno, cuestión de perspectiva. Siempre es bueno puntuar, pero en mi caso este nuevo empate me ha dejado una sensación inquietante. De ver a un equipo que, por momentos, parecía no saber a qué jugaba. Con futbolistas que recurrían al patadón para no complicarse y casi a continuación se liaban con pases imposibles en el área.

Un conjunto atenazado por su posición en la tabla, por sus dudas, por las lesiones de sus jugadores importantes y que sigue buscando aquello que lo defina, que sea su seña de identidad, que lo aparte de una mediocridad que asoma en ciertas fases de sus encuentros. No es que el Deportivo no sepa en qué espejo mirarse, es que no está seguro de qué imagen proyecta su reflejo. En cierto modo continúa inmerso en una pretemporada de la que no termina de salir.

Tiene que decidir quién quiere ser, a qué quiere jugar, con qué sistema se va a identificar y qué espera conseguir. Mientras no conteste a estas preguntas sólo el talento individual de alguno de sus jugadores podrá salvar los muebles, pero el Deportivo seguirá careciendo de algo que no es negociable: su identidad. 

Canastas y goles

Canastas y goles, goles y canastas. Ambas acciones sirven en baloncesto y fútbol, respectivamente, para ganar o, en el caso del balompié, también para empatar encuentros. Choques en el fútbol que no siempre premian a los espectadores con dianas, partidos que se saldan con tablas sin tantos. Escenario nunca contemplado en baloncesto.

Un gol mina la moral del contrario, eleva la del rival, puede servir de impulso para que todo un equipo sea consciente de que puede ganar, pero raro es el encuentro que se cierre con muchos goles, amén de aquellos en los que los dos grandes se dedican a pasearse por el campo con sus figuras que valen lo mismo que todo el presupuesto de los conjuntos ante los que se enfrentan.

¿Cuántas canastas hay en un encuentro de baloncesto? Cada una de ellas, es o una pequeña derrota o una pequeña victoria. Los jugadores deben sobreponerse a cada una de estas acciones, sin dejarse llevar ni por una euforia desmesurada ni por el total desaliento. Como en la vida, terminan relativizándose. Por ser más habituales, en ocasiones muchas canastas dejan de ser extraordinarias, a diferencia de los goles, cuando realmente ellas también lo son. Nacen desde el fondo del campo en un saque, después de haber recogido un rebote, en un robo de balón furtivo, algunas fruto del acierto, otras de la suerte, sólo un autor, pero, como en el fútbol, muchos otros que ayudan.

Enseñan que nada es definitivo hasta el pitido final, que no importa si te golpean porque en la siguiente acción tú puedes devolver el golpe, que a veces todo depende de cómo toque en el aro para que el balón o caiga dentro de la cesta o termine sobre la cancha. La suerte, como en todo, juega su papel, pero curiosamente siempre suele caer de lado de los que más ganas le ponen y más lo intentan.

Los goles copan telediarios y minutos, complicados gráficos en los periódicos, tertulias radiofónicas, se estudia la velocidad, dirección, metros por segundo de un disparo…Mientras, las canastas, tan habituales, apenas unos segundos, como si su perfecta ejecución fuese sencilla. Depende de la orientación del cuerpo, los pies, la colocación de la mano, el movimiento acompasado del tren inferior con la elongación del brazo. Y probablemente el sonido de un esférico empujado contra la red de una portería sea glorioso para el delantero de turno, pero el que produce un balón al acariciar la canasta, suave e implacable, es música celestial.

Canastas y goles, goles y canastas. Por ser más comunes, por ver más de ellas en cada duelo se les resta en ocasiones su merecida importancia y su justo reconocimiento. Menos goles implican que sólo uno pueda cambiar el sino del partido y al final siempre tienden a considerarse extraordinarios. Ambas acciones comparten que los jugadores necesitan dominar sus emociones cuando éstas se materializan. Pequeñas victorias, pequeñas derrotas que, como en la vida, no deben nunca impedir seguir hacia adelante.