lunes, 14 de octubre de 2013

Gracias María

Hola a todos!

Os dejo el artículo con el que me estreno en el Dxtcampeón y que dediqué a María de Villota, una mujer que sacó fuerzas y una enseñanza positiva de una tragedia. Un ejemplo de superación y pundonor. Espero que os guste.


Gracias María
“Este ojo me ha devuelto el norte”. “Mi aspecto dice ahora más lo que soy”. “La vida es preciosa y hay que ir poco a poco para saborearla”.  Todas estas afirmaciones y muchas más nos las regaló María de Villota en el año y medio que la vida le brindó después de que el pasado 3 de Julio de 2012 en Duxford ganase su carrera más importante a la muerte. La misma que le sorprendió mientras abrazaba a Morfeo. El mismo que tejía sus sueños de ser piloto desde su más tierna infancia. No importaron los esfuerzos paternos tentándola con otros deportes: por las venas de María corría la gasolina.
Con un “referente” como reconocía ella que fue su padre, Emilio, sólo era cuestión de tiempo que la joven madrileña se subiese a un monoplaza, un mundo que siempre reconocía que estaba hecho para ella, que lo era “todo” y que le dio “mucho”. Sin hacer ruido, sin querer llamar la atención se hizo un hueco en un deporte que era coto casi exclusivo masculino. Un cuasi anonimato que se vio truncado aquel fatídico día de verano en el aeródromo británico. El final de su sueño, con el que se acostaba siendo todavía una niña, y el comienzo de lo que ella luego llamaría su “nueva vida”.
Una vida que ella atesoraba como un regalo, en la que vio la luz más allá de la tragedia y de la que renació cual Ave Fénix con una fuerza y un tesón que hasta a ella le sorprendieron. “Creo que el deporte hizo una María tan fuerte como para superarlo”, reconocía. Una persona que admitía que había bajado un par de marchas a su vida, porque sólo así la podía saborear. Una mujer que percibía paradójicamente que su campo de visión era ahora más amplio, al igual que sus miras: Fundaciones, charlas en la DGT, una eterna sonrisa siempre coloreada del rojo pasión que, para ella, “movía el mundo”.
Imposible no dejarse envolver ante su suave timbre de voz, que hablaba con sabiduría y sin tapujos con la clarividencia que aporta un acontecimiento tan terrible en la vida de una persona. Un hecho que hizo que su existencia diera un giro de “180 grados” como ella decía. Un destino que creía que le brindaba la oportunidad de “aportar más”. Una enseñanza positiva en medio de la oscuridad. Su aura hacía imposible que pasase desapercibida. María era luz. Una luz que se apagó demasiado pronto, en un momento en el que ella reconocía que lo mejor estaba por venir. Ella, que nunca se consideró una heroína, que iba a regalar sus experiencias y memorias en un libro, ahora póstumo, nos dejó algo más que una sonrisa. Nos regaló esperanza. Gracias María.

Feliz lunes!

No hay comentarios:

Publicar un comentario