Os paso mi artículo de esta semana en Dxtcampeón titulado "Educación", sobre la importancia de ésta en el deporte.
Empieza en casa, con los padres,
como primera toma de contacto y asunción de unas normas de comportamiento y
saber estar. Es vital que en este contexto no flaquee ni siquiera en los
primeros estadios de la infancia. Continúa en el colegio y prosigue en el deporte.
Maestros y entrenadores tienen también la responsabilidad de enseñar unas
pautas educativas que, aunque cada uno en su parcela, al final son
extrapolables a la vida.
La educación de los jugadores de
cualquier disciplina deportiva, sobre todo en las categorías de formación, es
fiel reflejo de la influencia que el entrenador tiene en sus pupilos. De los
valores que les inculca y de cómo exige que éstos se comporten cuando saltan al
campo. Lo triste es comprobar cómo existen técnicos que no condenan ciertas
actitudes de sus deportistas, en muchos casos alentadas por el ejemplo que
ellos les dan.
Suele ser habitual que aquellos
entrenadores que protestan cada acción, de forma vehemente o airada, dirijan
equipos en un continuo estado de ansiedad, con mecha corta y cuyos jugadores a
la mínima ya salten. Se ve en categorías inferiores, deportistas que piden
faltas emulando gestos que han visto en la televisión, exigiendo a la grada
jaleo en un momento controvertido del duelo, no dándole la mano a un árbitro al
final de un encuentro…
Lo más grave no es que estos
jugadores se comporten así, que también, sino que cada fin de semana se puede
observar como los técnicos ven estas actitudes y no sólo las consienten sino
que, en ciertos casos, las aprueban. Muchas veces porque siempre es más
sencillo culpar al árbitro que reflexionar los motivos que llevan a tu equipo a
perder un duelo. Buscar siempre las razones de un “fracaso” en factores
externos es siempre más inocuo que hacer un ejercicio de autocrítica, que puede
ser más demoledor.
Pero como los técnicos no sólo
forman deportistas también personas deberían pararse a pensar en la influencia
que tienen sobre sus jugadores, ahora todavía muy jóvenes. Reflexionar de si
realmente merece la pena inculcar, ante la cultura de que una derrota es una
oportunidad de mejorar y aprender, que los males de un equipo son siempre
producto de factores ajenos a él.
Feliz viernes!
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