lunes, 8 de septiembre de 2014

¡Qué pena! y Aprender y Enseñar, artículos en el @dxtcampeon

Hola a todos!
Siento el retraso pero llevo una semana de trabajo intensa. Os adjunto mis dos últimos artículos, espero que os gusten: uno sobre el esperpento que estamos viviendo a mi juicio a nivel mediático gracias a Mediaset y otro publicado hoy en el Dxtcampeón sobre entrenadores que no saben enseñar.

¡Qué pena!

Este fin de semana empezó el MundoBásket 2014, que este año tiene su sede en España, pero parece que un acontecimiento tan importante y en el que la anfitriona es doble subcampeona olímpica no merece la atención mediática del grupo de Vasile. Antes de analizar lo que dio de sí la narración deportiva de un Siro López más preocupado del Twitter que de la cancha, un dato para la historia: de los 60 partidos que se van a disputar en la primera fase, la cadena amiga junto al resto de sus plataformas sólo va a ofrecer 15. Un cuarto, una miseria si nos ponemos crudos.

Pero no hay que alarmarse, porque siempre nos quedará el diferido, como contra Serbia, partido que Mediaset había decidido considerar menos importante que un España-Francia. El clamor popular ha hecho que finalmente podamos verlo en directo, aunque es penoso que hayan planteado lo contrario. Y qué decir, del Madrid. Ay, el Madrid, siempre presente en nuestros pensamientos, se coló incluso en la retransmisión de Siro López. Que sí, amigos, no es nuevo en esto del baloncesto, allá por los lejanos 90 narró el Eurobasket del 95, por poner un ejemplo, pero en mi modesta opinión se ha quedado un pelín oxidado. Y claro, eso de visitar las catacumbas del periodismo deportivo, llámese Chiringuito, llámese Punto Pelota, llámese x, tiene efectos secundarios. Por eso en medio de un encuentro de baloncesto de tu selección es normal que se te escape un “Falcao”, un “Florentino” y que desconectes unos minutitos para contarnos a los pobres e ineptos del básket como van las negociaciones con el Mónaco.

Pero no pasa nada, porque si no metes la pata tú, siempre nos quedará Antúnez y su línea de 6,25. Todos nos equivocamos y no importa, pero en ningún momento se retractó, debió de creer que nadie se había enterado. ¡Pero es que los aficionados al baloncesto estamos a la que cae, menudos somos! Será porque estamos hartos del maltrato que sufre un deporte en el que tenemos a la mejor generación de la historia, que este año cumple 15, y aun así no se valora. El propio Pau Gasol ha lamentado en su cuenta de la conocida red social la pésima cobertura.

Y como las comparaciones son odiosas. ¿Alguien recuerda los miles de duelos que nos tuvimos que comer con patatas del Mundial de fútbol? España se despidió pronto, pero pese a ello todos y cada uno de los partidos se podían visionar en las diferentes cadenas del grupo. Que para eso es para lo que están. Eso fue lo normal, pero lo que está pasando con el Mundobásket que ya ha empezado es una broma de mal gusto de una cadena que maltrata a todo que no sea el fútbol. Que conectó con el choque con el himno de Irán a punto de terminar, (¿Qué más da?), y que en cuanto acabó el encuentro rápidamente se fue a anunciar el estreno de un programa nocturno de fútbol, un hecho muy original y que constituye un hito en la televisión. No hubo resumen del resto de la jornada, ni post-partido, ni nada. Imagino a Daimiel sintiéndose más sólo que el naúfrago de Tom Hanks en esa isla de mediocridad. ¡Qué pena!

Aprender a enseñar
“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo involúcrame y lo aprendo”
(Benjamin Franklin)

En ocasiones la inspiración viene de lo cotidiano, no hay que escribir siempre sobre cosas grandilocuentes, en los pequeños detalles reside a fin de cuentas la esencia de prácticamente todo. Un entrenador trataba de explicar un gesto técnico como si fuese una complicada ecuación matemática, pero sin demostración empírica. Los jugadores lo observaban contrariados, sin saber muy bien si estaban o no entendiendo lo que su técnico les estaba pidiendo. Se formó una fila, salió el primero y lo ejecutó mal. Un ¡NOOOO! atronó e hizo que el resto diese un respingo. El susodicho agachó la cabeza avergonzado y los demás cruzaron los dedos para no ser los siguientes en equivocarse.

No hubo suerte. Todos y cada uno de ellos volvieron a errar, para desesperación del preparador, que a esas alturas ya había sustituido la negación por los improperios. Una sesión de trabajo basada en gritos, descalificaciones, continuos desprecios y recordatorios de lo malos que eran sus pupilos. Finalizado el entrenamiento, caras largas. Los jugadores porque se iban pensando que no servían para nada, quizá creyéndose peores de lo que ellos pensaban, y el entrenador sintiendo que había perdido el tiempo con semejante grupo de incompetentes.

No aprendemos porque nos dicen cómo hacer las cosas. Aprendemos por imitación. A hablar, por ejemplo. Empieza siendo un juego de espejos, reproducimos lo que oímos. Tampoco para mejorar en una destreza deportiva. Necesitamos el ejemplo, visualizar lo que se nos pide. Un entrenador, un profesor, cualquiera con vocación de enseñar, no puede pretender que sus alumnos interioricen sólo por el mero hecho de que se les diga. Puede que lo hagan en un primer momento, pero lo olvidarán. Y mucho menos debe descargar sus frustraciones en aquellos que se han acercado a él para que les ceda parte de su conocimiento.

Si ese técnico supiese, no todos saben, plasmar lo que quiere con ejemplos, haciéndolo él, demostrando a través de la experiencia lo que espera de sus jugadores, estos podrían tener una idea más nítida de lo que les estaba pidiendo que hiciesen. Como no sabe o no quiso molestarse, seguirá amedrentando a sus pupilos a base de gritos y lo que tenía que ser diversión se convertirá en suplicio. No todos aguantan esa presión, no todos quieren ganar a toda costa aunque por el camino se quede el aprendizaje. No todo se basa en ser el mejor y apartar al que no sabe.

A veces pienso que esos entrenadores se comportan así para que se produzca una selección natural que aparte a los que ellos no consideran aprovechables. ¡No saben lo que se están perdiendo! Es tremendamente sencillo enseñar al talentoso, al que lo coge todo al vuelo, al mejor. Satisfacción en el acto, esfuerzo mínimo. Pero cuando se trata de aquellos más pegados al suelo, la mayoría, hay entrenadores que prefieren no ponerse el traje de faena, no vaya a ser que se manchen las manos. Muchos preparadores se desesperan porque sus jugadores no aprenden, no asimilan lo que ellos quieren, no cumplen sus expectativas. La pregunta es, ¿previamente ellos han aprendido a enseñar?

Feliz lunes!

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