miércoles, 17 de septiembre de 2014

Entrenadores, mi artículo de esta semana en @dxtcampeon

Hola a todos!

Os paso mi artículo de este domingo sobre el discutible papel del ya exseleccionador Juan Antonio Orenga y la importancia del papel del entrenador, por muy bueno que sea el equipo



¿Entrenador? Sí, gracias

Sonará terrible pero, ¡qué daño habría hecho llegar a la final! No porque esta generación de jugadores no lo mereciesen, estos “junior de oro” que tantas alegrías nos han dado, legado incalculable el suyo el que dejan al baloncesto nacional. Terrible, catastrófico habría sido verse las caras en la final con Estados Unidos después de semejante demostración de inoperancia de Juan Antonio Orenga. Un técnico incapaz de pedir un tiempo muerto cuando Francia te está destrozando con un demoledor parcial, que no se entera de que deja a un Felipe Reyes inédito el  peor día de los hermanos Gasol, que desperdicia a un director de juego excelso como José Manuel (que no Carlos, Siro) Calderón para pajas mentales Ricky-Chacho.

Llegar a la final sin entrenador, sin el liderazgo de la persona que, en teoría, comanda la nave habría sido un terrible agravio para la figura del técnico en sí misma. Porque, desgraciadamente, mucho se ha hablado estos días de que esta selección ganaba sola. “Cualquiera podría entrenarlos”, escuché en varias ocasiones. Pero, el movimiento se demuestra andando y la conclusión es que, visto lo visto, le auguro un mayor futuro a Orenga como actor que como técnico. Creo que podría ser el próximo abanderado de una campaña para que los niños coman coles de bruselas. Pero eso de ser entrenador, como que es algo más serio.

No se trata de hacer aspavientos cuando metemos un mate, el único gesto reconocible de su inescrutable rictus. Es compromiso, es sudor, es trabajo, es scouting previo, durante el partido y posterior a él. La FEB contrató a un hombre de paja en un puesto del que ya había salido escaldado Aíto y del que se había marchado sin hacer ruído Scariolo. La consigna simple: no molestar. Y no lo hizo Orenga, reduciendo sus funciones, si es que tuvo alguna, a la mínima expresión. Pero el señor Sáez se olvidó de que cualquier técnico que se precie se remanga las mangas, se mancha las manos, se involucra, suda la gota gorda para que sus equipos consigan las victorias.

Lo que Mr. President desconoce lo saben bien los entrenadores de conjuntos más modestos, de esas ligas que el samurái tiene olvidadas, a mayor gloria de unas selecciones que necesitan de los clubes pequeños para sobrevivir, ¿o de dónde salieron todos estos jugones? ¿Los crearon ya con el método FEB de las esencias, que no pierde ocasión de cacarear? A Sáez le vendría de perlas bajarse del púlpito donde está apoltronado y pisar el suelo. Porque la realidad es que para ganar partidos hace falta algo más que una macro campaña de márketing para vendernos al Orenga más enrollado.

Porque lo que hace falta es un preparador, ese que repasa mil y una veces un scouting, que habla con los pupilos, que pide tiempos muertos, que administra los cambios, que dialoga con sus ayudantes, que empatiza con el jugador y su circunstancia. En definitiva, que si Saéz hubiese preguntado. ¿Entrenador? Se habría encontrado con un rotundo. ¡Sí, gracias! 

Feliz miércoles!

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