Os dejo mi artículo de esta semana en Dxtcampeón sobre la Regata de la Prensa en la que participé junto a otros compañeros del equipo. Una gran experiencia, que espero poder repetir.
Navegar
A veces cuando algo no se conoce acabas asociándolo a ciertos clichés o tópicos y no te molestas en ver más allá de la superficie. A mí la vela no era algo que me llamase especialmente la atención a pesar de vivir en una ciudad bañada por el mar. Mi primer punto de inflexión fue tras aquel oro de Sofía Toro, Tamara Echegoyen y Ángela Pumariega en Londres. Seguir las regatas, vivir la emoción de la final e incluso ver las estrategias, algo que yo nunca había asociado a este deporte, me hizo darme cuenta, una vez más, de lo atrevida que es la ignorancia.
La mejor forma de hablar con propiedad de algo es conocerlo para, al menos, poder hacerlo con algo de conocimiento. Este fin de semana tuve la oportunidad de participar en una regata que organizaban el Real Club Náutico de La Coruña y la Asociación de la Prensa de la ciudad. Un evento lúdico en el que los periodistas podíamos tener una primera toma de contacto con este deporte.
Montados en unos J80, embarcación similar a la que empleó Toro en la Match Race, y acompañados de un patrón, fuimos aprendiendo algunos de los secretos de la vela. Que las cuerdas son cabos, que estos se sujetan con mordazas, que las velas tienen nombre, que es importante saber en qué momento virar y cómo aprovechar las corrientes del viento…
Apenas un par de mangas fueron suficientes para que tomase conciencia de la dificultad de esta disciplina. Un deporte que escucha el viento y el mar, y al propio barco, que te ayuda a saber en qué momento hacer las maniobras. Un deporte de equipo, donde pueden ir hasta cinco tripulantes y en el que cada uno tiene una misión. Del buen desempeño de las mismas depende muchas veces el éxito en la regata.
Una experiencia, sin duda, que me ha ayudado a desterrar esa idea de que era un deporte elitista, en el que apenas había ningún tipo de esfuerzo ya que “prácticamente” el velero se movía solo. Nada más lejos de la realidad. He comprobado que hacen falta muchas manos, rapidez y coordinación para que el barco no solo navegue sino que sea competitivo.
Navegar es mucho más de lo que se ve en la televisión o en los medios de comunicación, las pocas veces que les damos la cobertura que se merece la vela, sobre todo por lo arraigado que está este deporte tanto en Galicia como en el resto de España. Después de esta experiencia miraré esta disciplina con otros ojos. Y es que no hay nada como el conocimiento empírico para poder valorar y hablar de algo, sin el sesgo que siempre produce el desconocimiento y la ignorancia.
Foto: Román Montensinos
Feliz lunes!
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