lunes, 9 de diciembre de 2013

Mi artículo-homenaje a Madiba en el Dxt

Hola a todos! Os dejo mi artículo de esta semana en el Dxtcampeón sobre cómo Mandela por medio de un deporte, como el rugby, consiguió reconciliar a un país como Sudáfrica devastado por el racismo y un terrible apartheid.

Feliz lunes!



Deporte y alma

“El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas cosas. El deporte le habla a las personas en un lenguaje que todos entienden. Tiene más capacidad que los gobiernos para derribar las barreras sociales”. (Nelson Mandela)

Nelson Mandela, Madiba (nombre del clan de Mandela en lengua xhosa y con el que se le conoce popularmente) supo aunar como nadie deporte y cohesión social. Construyó con sus propias manos el sentimiento de igualdad entre todos los sudafricanos, tras décadas de apartheid e hizo que miles de corazones latiesen al unísono en el Ellis Park de Johannesburgo. La selección de rugby había ganado a la todopoderosa Nueva Zelanda y era campeona Mundial un año después de que Madiba accediese a la presidencia del país.

Un deporte, como el rugby, practicado exclusivamente por ciudadanos blancos, servía para cerrar heridas entre la población blanca y la negra, que asistían estupefactas al espectáculo que se desarrollaba en el verde. Madiba avanzaba por el campo vestido con la sudadera y la gorra de los Springboks, mientras estrechaba la mano de François Piennar, flamante capitán del combinado. Éste recibía de manos del presidente la Copa Mundial y cerraba el círculo iniciado por ambos hacía un año.

Los Springboks habían sido hasta ese preciso instante un símbolo del todavía latente poder de la minoría blanca, los afrikáner, terrible herencia de los años más duros de una segregación racial que había comenzado en la década de los cuarenta. Una escuadra cuya plantilla contaba con un único jugador negro, Chester Williams, y con una afición crítica con Mandela. El odio profesado por la población sudafricana negra era tal que llegaban a animar a los rivales de los Springboks, deseosos de que nunca ganasen una contienda.

Donde otros sólo verían conflicto, Madiba halló la oportunidad de cambiar la situación, de encontrar en el desencuentro el punto de unión de un país y una población devoradas por los intereses de las oligarquías y la indiferencia de Occidente. Convenció a Piennar y juntos recorrieron el país un año antes de la celebración del Mundial acercando el rugby a las zonas más desfavorecidas. El sueño comenzaba a cobrar forma y el deporte plantaba la semilla de la reconciliación. El combinado sudafricano no estaba en las quinielas para hacerse con el triunfo continental, pero el destino se alió con Mandela.

Los Springboks rompieron con todos los pronósticos y vencieron en una final que se decidió en la prórroga al conjunto neozelandés (15-12). Una explosión de júbilo se extendió por todo el país y la población coloreó las calles coreando el nombre de los campeones. Una incontrolable alegría había unido a una nación hasta ese momento dividida. “No hemos ganado para los 60.000 aficionados que estaban en el estadio, hemos ganado para los 43 millones de sudafricanos”, reconoció Piennar tras la hazaña.

Una quimera que había soñado hacía un año Madiba, que trenzó mientras susurraba a Piennar aquellos versos de Invictus, el célebre poema de William Ernest Henley “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. Un alma que demostró que el deporte era su más valiosa herramienta de cohesión y que siempre es más fuerte lo que nos une que lo que nos separa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario