Se acerca el verano, se terminan las competiciones regulares y llegan los eventos deportivos estivales, este año toca la Copa Confederaciones y de nuevo Telecinco nos va a deleitar con sus excelsas retransmisiones deportivas. A esto uno que ayer vi por primera vez El Objetivo de Ana Pastor, un programa incómodo para nuestra clase política, enfangada y falsa, por mucho que los de Aquarius nos quieran vender que hay políticos buenos.
Ante estos dos hechos aparentemente sin relación he encontrado un nexo de unión en lo tocante a las periodistas sobre las que recaerán todos los focos. Una de ellas es la ya citada Ana Pastor, a la que ya seguía en Los Desayunos de TVE antes de que Somoano decidiese que era demasiado para la televisión que pagamos todos. Una periodista rigurosa, con experiencia, que no se amilana ante grandes miuras con los que ya ha toreado, políticos de todo signo y tipo. Célebre en aquella entrevista a Mahmud Ahmadineyad, aunque algunos sólo quiesesen recordar que se le cayó el velo. Y, por qué no reconocerlo, guapa.
En las antípodas, en mi opinión, tenemos a Sara Carbonero, archiconocida periodista no sólo a nivel español sino planetario (todo gracias a un beso que bien vale un Mundial) y a la que nos tocará ahora volver a tener hasta en la sopa. Una periodista que en las retransmisiones deportivas ha sido muchas veces mera mujer florero, que tiene que soportar comentarios velados de los "personajes" que tiene como compañeros y que consigue ser tendencia en Twitter. Por otra parte, una auténtica belleza de ojos verdes y morena. Y, como se la describe en las revistas, toda una it girl, una crea tendencias. Mujer anuncio de champús hasta que se cortó el pelo, de chocolate pecaminoso, de cereales para adelgazar (¿más?) de...
Pero, ¡ay! como oses meterte con la chica ya vendrán ordas de fans a reprocharte tu malsana envidia, porque la muchacha está de buen ver, forrada y sale con Iker de España. No puedes decir ni pío porque gambada tras gambada que la pobre chica mete haya que otorgarle el beneficio de la duda y ser comprensivo porque, ay, son cosas del directo. Sepan defensores de pleitos pobres que a las que nos ganábamos la vida haciendo periodismo, en este caso deportivo, nos hierve la sangre ahora en paro viendo como se celebra casi el error y se perdona todo por la cara bonita.
La información es rigor, el periodismo no es, o no debería ser, un trampolín para otros fines más lucrativos (me creo menos a Matías Prats padre desde que está en ese banco naranja :S). Si lo que cuenta de una periodista, de cualquiera, es sobre todo que alegre la vista aunque luego no diga nada o no sepa de qué va la película apaga y vámonos. Pero parece que hoy en día es lo que vale, aunque me alegra pensar que quedan periodistas como Ana Pastor, que me reconcilian con una forma de informar rigurosa, veraz y contrastada.
Habrá quién me diga que no es lo mismo el periodismo deportivo que el de índole política, pero es que no importa de que hables, siempre y cuando lo hagas con propiedad. Y eso no te lo da la apariencia que tengas, ni la pareja, ni el gusto en el vestir.
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