Feliz viernes!
Objetivos
“Vi que no había forma de volver y me quedé sin metas” (Yago Lamela)
La vida de los atletas de alta competición suele ser corta, pero en el caso de Yago Lamela ésta se vio truncada cuando se encontraba en la cima de su carrera. Campeón del Mundo en Maebashi y en Sevilla, sus duelos con Iván Pedroso eran memorables. Su sonrisa, su melena que se recogía antes de ejecutar el salto y su técnica depurada que le había hecho volar logrando aquella marca de 8,56, récord europeo que permanecería imbatido casi diez años, se han apagado.
Su Tendón de Aquiles, verdadero caballo de batalla de los atletas, comenzó a protestar en 2004, obligándole a competir en Atenas anestesiado. A partir de ahí llegaría el particular via crucis de Lamela, con varias operaciones, un accidente de tráfico, recuperaciones que no llegaban y finalmente su forzoso retiro de la alta competición.
Todo por lo que había luchado, y sus sueños que le quedaban por cumplir se evaporaban. Muchos atletas cuando tienen que retirarse aluden a ese vacío que se siente: les preparan para competir, para ser los mejores, para las largas horas de entrenamiento, para los éxitos y fracasos, es toda una escuela de la vida. Pero, ¿quién les prepara para cuando todo termina?
Cuatro, cinco, seis años luchando cada día e invirtiendo horas en lograr un objetivo y entonces este desaparece y sólo queda el vacío. Yago reconocía en una de sus últimas entrevistas que se había quedado sin metas y eso le había sumido en la oscuridad. La mala suerte parecía haberse querido cebar con el avilesino. Tras su forzosa retirada se había inscrito en un curso de helicópteros en Cuatro Vientos (Madrid) y, desafortunadamente, cuando ya acumulaban un buen número de horas de vuelo ésta quebraba. Había intentando retomar sus estudios de informática en la Universidad de Iowa, pero finalmente no le habían dejado hacerlo.
Diez años después de volar de Maebashi Lamela tenía que abandonar lo que había sido su vida y comenzar de cero. Complicado volver a construir nuevas metas, nuevos sueños. Lo sería para cualquiera de nosotros. Levantarse cada día sin un objetivo, sin ningún plan. Quitar hojas al calendario sin ningún tipo de aliciente, ver cambiar las estaciones sin que esa circunstancia llegase a inmutarnos, convertir la vida en una sucesión de monótonos días. Nunca sabremos qué pasaba por la mente de Yago Lamela en todos estos años de lucha, una batalla que ganó a su corazón.
Un músculo que había latido con fuerza celebrando cada una de sus gestas y que, como Yago, perdió su objetivo: El de Yago era volar cuando, el suyo, latir. D.E.P yago Lamela
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