lunes, 27 de enero de 2014

Heridas, mi artículo de hoy en el dxtcampeón

Hola a todos!

Aquí os dejo mi artículo de hoy en el dxtcampeón, que esta vez esté en las páginas interiores.

 
 
Heridas

Las imágenes de la llaga en la mano de Rafa Nadal, una vieja amiga que ya le acompañaba desde casi el principio del Open de Australia, dieron la vuelta al mundo. Como antes ya lo hicieran los gestos de cansancio y dolor de los tenistas bajo un sol de justicia en Melbourne. O los delirios del motociclista Enric Marti Flix, gravemente deshidratado en el pasado Dakar.

El deporte es dolor. El que sentía con cada resto y con cada saque el tenista balear. El que se acrecentaba con cada punto ante el todopoderoso Federer. Un vendaje, mínimo y que sólo le tapaba la herida. Nadal quería ganar en sensibilidad a la hora de empuñar la raqueta, aunque paradójicamente eso se tradujese en más dolor. Con cada punto conseguido, con cada resto salvado y con cada set ganado es probable que ese malestar fuese creciendo, llegando incluso a hacerse insoportable, pero está claro que el de Manacor está hecho de otra pasta.

El deporte es satisfacción. Es ver hincar la rodilla al que hace poco ostentaba el trono, ese que después tú le arrebataste. Es sentir que todo encaja: los entrenamientos, las horas de sacrificio, las semanas de trabajo y las lesiones. Todo eso que te ha provocado dolor, que te ha hecho dudar, que ha conseguido que te plantees tirar la toalla, te ha llevado a este momento. El instante en el que te das cuenta de que has ganado, de que en esta ocasión fuiste mejor y sientes que, más que la meta, que también, lo que vale la pena es el camino.

Y no sientes dolor, es como si nunca existiese y, por unos segundos, ha desaparecido. Nadal le dio la mano a Federer, la derecha, como bien diestro. Sólo es zurdo en el tenis, recomendación de su tío y mentor, Toni Nadal, que era consciente de la oportunidad que podía suponer en el Circuito Internacional para el tenista sacar con la izquierda. Esa misma mano con la que ha ganado tantos puntos, y celebrado gestas, ahora cubierta de rozaduras y heridas, acrecienta un poco más su leyenda.

Una leyenda forjada con trabajo, sudor y lágrimas. Un resurgir, cuando todos pensaban que se había ido, para regresar con más fuerza. Una determinación que no quebrantan ni dos rodillas maltrechas, ni un calor infernal ni una llaga. No importan las veces que caigas si te levantas una más. Pasa la tormenta y vuelve a lucir el sol. El deporte, como ensayo y escuela de la vida, nos enseña a superarnos a nosotros mismos y a no desfallecer, aunque a veces pueda parecer la opción más sencilla.

Sufren los corredores los últimos metros antes de la meta, cuando el recorrido parece que crece ante sus ojos, los ciclistas cuando tratan de vencer el temible puerto de montaña de final de etapa mientras sus piernas piden un descanso, los nadadores solos en la inmensidad del océano en una travesía…

Pero el dolor no les impide seguir, sólo les reafirma en que, a pesar de todo, están vivos. Y es que, como a Nadal en Melbourne, las heridas no nos debilitan, nos hacen más fuertes.


Un saludo y feliz lunes!

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