No es fútbol
El pasado jueves en la previa del encuentro de Europa League entre el Athletic de Bilbao y el Spartak de Moscú falleció un ertzaintza víctima de un infarto en medio de los graves incidentes entre ambas aficiones. ¿El encuentro se celebró? Por supuesto, el fútbol no para ni con una muerte en las inmediaciones de San Mamés. Tampoco lo hizo en Madrid, tras el asesinato del aficionado blanquiazul Jimmy. Muchos gestos, palabras de condena, minutos de silencio, pero no se toman medidas.
Antes del encuentro, en redes sociales me sorprendía ver en el perfil de una persona indicar que la había recomendado la propia policía que no llevase a sus hijos al colegio por la tarde, en previsión de lo que podía pasar. Difícil de creer, incomprensible, pero luego ves las imágenes de la batalla campal que se desarrolló en las cercanías del estadio y…¿entiendes todo?
¿De verdad esto es fútbol? Muchos contestan que sí, que en esto lo hemos convertido mirando para otro lado cuando pasan estas cosas, permitiendo que aficiones potencialmente peligrosas llenen los estadios, que vengan con el único propósito de buscar ‘bronca’. La violencia y el fútbol se dan, por desgracia, la mano. Lo único que hacemos para combatirla es movilizar cuerpos de seguridad, crear dispositivos especiales de seguridad, pero en ningún momento nos vamos a la raíz, para mí, del problema: el permitir la entrada a estadios de estos hinchas.
Muchos de ellos fichados, con expedientes delictivos, hablaban el otro día en los medios que ocho de los seguidores rusos eran calificados como potencialmente muy peligrosos. Se saben su nombre y apellidos y quienes son, ¿y están igual en un campo de fútbol? Su excusa es el fútbol, pero no es lo que les interesa. No son aficionados al deporte, solo es un fin para su medio. Pero mientras sigamos creyendo que con pancartas, minutos de silencio y discursos grandilocuentes del político de turno se soluciona todo estaremos siendo "cómplices" de que hechos como el del ertzaintza pueden volver a repetirse.
Urge echar a los violentos de nuestros estadios, que sean un lugar seguro, que el fútbol no se convierta en su paragüas y abrigo, que el deporte sea solo eso, deporte, y que se quede en el campo cualquier tipo de rivalidad. Convertir estas situaciones en familiares, en lugares comunes de este deporte o de otros dará normalidad a una situación que no puede, bajo ningún concepto, serlo. Porque me resisto a afirmarlo, porque esto, para mí, no es fútbol.
¡Feliz martes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario