Os dejo mi artículo de esta semana en Dxtcampeón sobre el flopping post-botellazo en el Camp-Nou. Y de paso os comento que, para mí, ayer el Valencia mereció quedarse con diez (Garay o Enzo Pérez) pero que llorar toda la semana les sirvió para algo :S
Flopping
En baloncesto hay término que acuña a todas
esas acciones que tratan de simular un contacto inexistente por parte del
defensor para obtener una falta por parte del atacante. El llamado flopping. Se
ve en el deporte de la canasta y en el fútbol. Un ejemplo podría ser,
remitiéndonos al día del botellazo en Mestalla, el hecho de que el impacto
hiciese caer a hasta cuatro jugadores. Siendo la agresión un hecho destestable
y que merece un castigo para su autor, lo es también que los jugadores del
Barcelona simulasen que habían recibido el golpe, cuando solo impactó en
Neymar, como demuestran las imágenes.
Entre los protagonistas un Luis Suárez,
sospechoso habitual, que es capaz de simular que le duelen los dientes después
de haber mordido. Puede que de la botella saliese una onda expansiva que
hiciese caer como bolos a todos los futbolistas cercanos a la misma.
Tremendo es que se lancen objetos en un campo del fútbol, independientemente de
la celebración, penoso es que los jugadores no se den cuenta de que son un
ejemplo para miles de niños y traten de engañar al árbitro.
Atenta directamente contra el fair play y la
deportividad. Es una forma de condicionar al trencilla, de actuar de mala fe y,
tristemente, recurso habitual para jugadores mediocres, y a veces también
estrellas, que tratan de sacar chance de la buena voluntad de los colegiados,
que suelen creer a los futbolistas. Simulaciones de golpes, caídas cuando no ha
habido impacto por parte del rival, vueltas sobre el verde haciendo la
‘croqueta’. Un crisol de argucias buscando que el árbitro ‘pique’ y sacar así
tajada. Un comportamiento repugnante de unos profesionales en cuyo espejo se
miran muchos niños.
No es raro pasarse por los campos de fútbol el
fin de semana y constatar que los jóvenes futbolistas imitan celebraciones,
gestos y conductas de sus ídolos. Los jugadores deberían ser responsables y
conscientes de que miles de ojos los observan. Pero, por desgracia, muchos de
ellos lo olvidan y si no reciben más castigo del merecido es porque a la
mayoría de las veces a los colegiados les tiembla la mano a la hora de castigar
sus acciones, temerosos del escudo que los ampara.
La realidad debería de ser otra, las malas
acciones no tendrían que quedar impunes. No permitamos que el flopping sea lo
normal, que ser limpio y honesto sea cosa de ‘tontos’. No dejemos que los
‘listos’ se salgan con la suya y censuremos estas conductas, más aún si son de
nuestro equipo. En nuestra mano está que el deporte sea solo eso y no una
escuela del engaño. Maestros sobran.
Feliz martes!
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